SUTTP Historia

¡Sin luchas no hay Victorias!

Nuestra Historia

Las luchas laborales telefónicas se iniciaron desde el año 1920 con la creación de la Federación de Telefonistas. Esta tuvo una gran influencia anarquista, históricamente importante para el movimiento telefónico por dos razones: primero debido a sus prédicas, acciones y formas de organización; segundo por haberse convertido en paradigma de los derechos de la mujer. Es necesario mencionar que los trabajadores telefónicos se fueron constituyendo en una fuerza laboral del sector servicios vinculado al ciclo de valorización del capital. En aquel entonces había un total de 243 trabajadores, de los cuales 139 eran mujeres. La empresa cuando quería desconocer los derechos de los trabajadores, simplemente los cambiaba de colocación de empleados a obreros. Según los documentos existentes encontrados en el Archivo General de la Nación, la primera huelga de los trabajadores telefónicos se inicia el 6 de diciembre de 1920 hasta el 21 del mismo mes, lo que también se puede corroborar en la carta publicada en el Diario El Comercio del 21 de diciembre de 1920. La efímera Federación de Telefonistas del Perú, surgió en una coyuntura represiva y anti laboral, con la finalidad de evitar los despidos masivos originados por la absorción empresarial. El 6 de diciembre de 1920 se inició la huelga por la solución del pliego de reclamos, principalmente por la reposición de los trabajadores despedidos. Al respecto Genaro Retis manifestó al jefe de la Sección del Trabajo del Ministerio de Fomento: En el presente caso no es verdad que nosotros nos hallamos separado voluntariamente de empleos que durante 10 o 15 años, en la generalidad de los casos, hemos servido. Un acto de solidaridad y compañerismo nos obligó a demandar a la gerencia la reposición de cinco empleados injustamente separados. Como la gerencia ni el directorio atendieron nuestro reclamo, ni garantizaban nuestra permanencia en los empleos, adoptamos la resolución de no seguir prestando nuestros servicios técnicos mientras no se resolviera el conflicto planteado es decir nos declaramos en huelga, que es la abstención del trabajo. Más adelante alega: No queremos volver al trabajo porque nuestros compañeros despedidos no han sido llamados al trabajo y porque a nosotros se nos obliga a firmar contratos de trabajo reñidos con todo principio de justicia.

El día 26 de agosto de 1931, agotadas las gestiones legales, se inició la histórica huelga de las operadoras telefónicas; medida que fue anunciada por un comunicado público con la firma de Ernesto Cortés Villanueva, secretario del Comité Ejecutivo de Huelga

 

Participaron en esta lucha 110 operadoras, el resto de las empleadas fueron obligadas a laborar en la central telefónica los primeros días de huelga. Posteriormente, ante las protestas de lo que en la práctica fue un secuestro, la empresa optó por trasladarlas desde y hasta sus domicilios en auto particular.

 

El primer día de paro Zoila Aurora Cáceres puso a disposición de las operadoras un auditorio del hotel Bolívar pagado por ella, lo que originó la reacción violenta de la policía que acordonó el lugar impidiendo el pase.

Según el estudio de Ricardo Martínez de la Torre, el 26 de agosto de 1931 en plena huelga, la asamblea presidida por Zoila Aurora Cáceres acordó constituir una organización que represente sus intereses. Asistieron 85 operadoras, quienes aprobaron por unanimidad la conformación del sindicato de telefonistas. Elvira Taboada fue elegida secretaria general, María Córdova, secretaria del interior y Delia Moreno, secretaria del exterior.

 

La presión y consecuencia de la lucha fue de tal fuerza que, por Resolución Ministerial del 18 de setiembre de 1931 se resolvió reconocer oficialmente al Sindicato de Empleados, Empleadas y Operarios Telefónicos de Lima, Callao y Balnearios, fundado y radicado en esta capital.

 

El Sindicato de Empleados, Empleadas y Operarios Telefónicos de Lima, Callao y Balnearios, fue reconocido el 18 de setiembre de 1931 con Elvira Taboada en la Secretaría General. Sin embargo, para la memoria colectiva del gremio, el 23 de setiembre fue el día culminante de la unificación, por lo que se considera esa fecha como el hito fundacional del actual Sindicato Unitario de Trabajadores de Telefónica del Perú S.A.A.; reconociendo a Luis Villarán como su primer secretario general.

Los años bajo tierra se inician en enero de 1932 cuando en el gobierno de Sánchez Cerro el Congreso aprueba la Ley de Emergencia la que originó deportaciones, proscripciones, levantamientos y masacres que se sucedieron en el llamado año de la barbarie y que sirvió para que se inicie una represión antisindical generalizada que obligó a las instituciones a replegarse y tener una vida clandestina.

 

Las cárceles, como el Sexto y el Frontón estaban abarrotados de presos políticos y sociales, por lo que el Gobierno se vio obligado a abrir otras dependencias como la Comandancia de Armas, el Cuartel de la Escolta, el Cuartel de Conchucos, el Cuartel Tercero y el Regimiento de Infantería; a fin de encarcelar a miles de detenidos apristas, comunistas, apro comunistas, anarquistas y sindicalistas, como informa el parte del Ministerio de Guerra.

 

La actividad sindical de los trabajadores telefónicos a mediados de los 30, y que se extendió hasta fines de la década del 40, estuvo centralmente definida por la presencia de una nueva generación de trabajadores que paulatinamente fueron asumiendo responsabilidades sindicales en la Compañía Peruana de Teléfonos Ltda. La conciencia de la necesidad del fortalecimiento del sindicato, el afianzamiento y desarrollo del servicio telefónico, fueron factores decisivos en la toma de decisiones de este núcleo de jóvenes.

 

Contaba Carlos Elmore, reconocido dirigente sindical telefónico, que en 1936 se inicia la reorganización del sindicato, y fue Manuel Medina Ramos, posteriormente elegido secretario general del sindicato, quien jugó un destacado papel en esta tarea. Todo este trabajo se realizó en un clima de hostilización por lo que las reuniones se realizaban clandestinamente.

La generación sindical de esos años era muy politizada y pertenecían al Partido Comunista Peruano que se caracterizaba por apoyar las luchas sindicales de esa época. El 3 de octubre de 1948 un grupo de trabajadores apristas de la Compañía Peruana de Teléfonos Ltda., participaron directamente en el intento de derrocamiento del gobierno de Bustamante y Rivero. Concretamente tomaron la Central Automática de la Calle Washington en horas de la noche, paralizando totalmente las comunicaciones.

 

Sin embargo, al ser reprimidos y apresados, la organización sindical quedó acéfala, hasta la asunción de la secretaría general por Carlos Elmore y posteriormente por Francisco Reyes. Debido a la persecución dirigida por la dictadura de Odría contra el movimiento sindical y político, el sindicato telefónico permaneció por un año sin efectuar asambleas ni actividades relacionadas al gremio sin embargo en este lapso de tiempo, la junta directiva mantuvo informados a sus asociados a través de boletines.

 

Las relaciones entre la ITT y el sindicato fueron en términos generales cordiales en los años 50. La base fundamental de estos tratos fue encontrar las relaciones armónicas entre el capital y el trabajo que permitieran una mayor ganancia para la empresa y mejores salarios para los trabajadores.

 

El sindicalismo libre se fundamenta en las relaciones armónicas entre el capital y el trabajo, al ser concebido como una fuerza reformista favorable a la modernización y al desarrollo de las actividades del capitalismo, así como a la mejora del nivel de vida y de las condiciones de trabajo de los asalariados.

 

No obstante, el sindicalismo libre no logró consolidarse por el fracaso del industrialismo desarrollista y la acentuación del capitalismo dependiente, así como por la crisis económica que masifica y radicaliza las demandas de los trabajadores.

 

A decir de Gerardo Romero, ex secretario general del sindicato y reconocido líder sindical aprista, sindicalismo libre fue un invento (una ideología) para dividir a los trabajadores, elaborado en el escritorio de un capitalista, buscaba la relación armoniosa, sin conflictos, pero eso llevaba a lograr fracasos y recibir migajas. Contrariamente a ello Romero postulaba a la acción directa del sindicato.

 

En síntesis, el sindicalismo libre y democrático, al proponerse defender la estabilidad del mundo libre (sistema capitalista), se convierte en un instrumento de las clases dominantes, obstaculizando la autonomización de la clase trabajadora.

 

La Confederación de Trabajadores del Perú de ideología aprista, se convierte en la propulsora de este tipo de sindicalismo, situación que le crea muchos enemigos de clase y que origina el alejamiento del Sindicato Telefónico de esa central sindical. El 9 de octubre de 1962 se planteó el retiro de los delegados acreditados ante la CTP, contrariamente se nombró delegados al comité coordinador de defensa sindical para reorganizar la CTP.

Para el periodo 1961-1962 se elige a Enrique Arias Asián y la nueva directiva se concentró principalmente en la adquisición del local propio. Se ubicó y se compró una casona en la Av. Uruguay Nro. 335, que hasta hoy nos aloja, cuyo precio estaba en los S/. 830,000. Sin más trámite esta propiedad de dos pisos fue inaugurada por los padrinos Ena Barrueco y Luis Villarán el 21 de setiembre de 1962.

 

Uldarico Conde Crispín, antiguo y leal trabajador del sindicato, con emotivas palabras hizo alusión al empeño realizado por los dirigentes para la construcción del edificio sindical: Era la gestión de Enrique Arias Asián cuando se compró el local del sindicato, una simple casona; posteriormente, en el período de Héctor Revilla se derrumba la casona y se construye una primera etapa de tres pisos. Luego, César Escudero continúa la construcción del edificio de 12 pisos, que finalmente fue concluido en la directiva de Estuardo Ríos Mantilla.

 

El 30 de mayo de 1962 fue un día de lucha; se presentó un pliego de reclamos a la compañía cuyas demandas fueron: el pago de gratificaciones (julio y diciembre) de 28 días cada una, dos días de licencia por duelo, estudio de un plan de vivienda, reglamentación del descuento por planilla, administración de la cafetería, licencia sindical, y promoción con período de prueba. Pero el punto central de la protesta fue el intento de aumentar las horas de trabajo en verano por parte de la empresa.

 

Si bien es cierto que la huelga sólo duró 4 días, sirvió para que se resuelva el pliego de reclamos y se fortalezca la ideología y el espíritu de lucha de los telefónicos.

 

Luego de que exitosamente se firmara el Acta de Acuerdo, nuevamente al año siguiente en 1963, los telefónicos presentaron a la empresa su pliego de reclamos, pedido que no fue bien visto por los funcionarios de aquel entonces. Tal es el caso del norteamericano, ex combatiente de la Segunda Guerra Mundial, venido desde Chile y nombrado subgerente de la CPT, Norman Mayer, para expresamente dedicarse a minimizar la lucha de los trabajadores y destruir al sindicato.

 

Este conflicto entre empresa y sindicato se agudizaba cada vez más, por lo que el gremio sindical se vio obligado a responder con una fuerte medida de lucha contra la compañía, realizando una huelga de dos semanas, que se inició el 30 de setiembre, donde las diferentes bases, especialmente las operadoras, se vieron obligadas a tomar la central automática de Washington.

 

Según testimonio de Helena Vásquez Solís, una de las trabajadoras que participó en esta huelga, la solidaridad que obtuvo este movimiento por parte del conjunto de los trabajadores telefónicos y el apoyo de la población fue muy importante, porque levantó la moral de las operadoras que habían tomado la sede de la Central Telefónica de Washington.

 

El testimonio de Fabiola Arteta Cotrina es el siguiente: Nos acercábamos a las ventanas del 2do piso a recibir las canastas de víveres, las cuales subíamos con sogas. La toma de la Central de Washington duró 9 días; un total de 120 operadoras tomamos el local. En esta importante jornada de setiembre de 1963 los telefónicos salieron a las calles por primera vez en una serie de mítines relámpagos, hecho que se convirtió en un factor preponderante por el impacto que causaron en la opinión pública.

Desde los años 60, debido a la crisis económica que vivía el país, la clase trabajadora retoma progresivamente el sindicalismo clasista que sistematizara José Carlos Mariátegui y animara a la CGTP de 1929. Esta corriente sindical pronto adquiriría protagonismo en los trabajadores de servicios, específicamente en el sector de telecomunicaciones.

 

Movidos por este nuevo impulso, los trabajadores telefónicos expresaron su opinión en la necesidad de tener una nueva central sindical que luche por las demandas de los trabajadores. El 28 de setiembre de 1966 se crea el Comité de Defensa y Unidad Sindical (CDUS). Este comité, presidido por Enrique Arias Asián, dirigente telefónico muy reconocido, fue el artífice principal para que el 14 de junio de 1968 se reconstruya la CGTP, central fundada en 1929 por José Carlos Mariátegui.

Luego de la refundación de la CGTP, el sindicato telefónico estuvo conducido por diferentes corrientes. Algunas lideradas por líderes no politizados y otras por oportunistas. Esto sucedió hasta los inicios de los años 80, cuando Juan Arce Garibay primero, César Escudero Calderón y Luís López Chau, toman el control de nuestra institución.

 

Todos ellos con una orientación de clase que predomina hasta nuestros días y que ha logrado las mayores conquistas de los telefónicos, en especial en los últimos 20 años. Las bases telefónicas, quizás no muy politizadas, reconocen que Escudero y López Chau han sido los líderes que consiguieron aglutinar a los telefónicos en torno a nuestra institución.

 

Además, luego de las luchas contra la patronal actual, Telefónica del Perú, se ha consolidado el liderazgo clasista que representan las últimas juntas directivas y que fomentan la lucha incansable en defensa de los derechos de los trabajadores y en nuevas conquistas.

Luego de la compra de la CPTSA y ENTEL Perú por parte de Telefónica de España, ésta se empeñó en reducir la plantilla heredadas de las dos empresas y no dejar a ningún trabajador antiguo en la nueva Telefónica del Perú. Las formas de despido fueron varias: invitación directa, con amenazas de despido sin cobrar nada y a la bruta, el despido sin causa, sólo porque me dio la gana.

 

Y esta estrategia le dio resultados a la empresa hasta que los telefónicos dijimos ya basta. Y fue a partir de 1998, cuando la directiva de Luís López Chau decide enfrentar los despidos con acciones de masas y huelgas.

 

En el año 2000 se presenta una Acción de Amparo en defensa del derecho al trabajo. Nos había llegado un documento en la cual la administración de la empresa veía la necesidad de eliminar a todos los trabajadores de las ex empresas y tener una nueva planilla de trabajadores donde todos sean nuevos, sin experiencia y sin la fuerza de lucha que teníamos los trabajadores antiguos.

 

Si bien Telefónica negó en todos los idiomas este documento, la verdad es que el 25 de junio de 2002 despidió a 600 trabajadores mayores de 54 años y cumplió lo que era una decisión ya conocida a todas voces.

Como respuesta inmediata, el SUTTP emitió un rotundo comunicado que se resumía en la imperativa frase: ¡De aquí no se va nadie carajo! La empresa tomó esta arbitraria decisión desconociendo los pactos y convenios, precisamente cuando los sindicatos y la representación empresarial estaban en trato directo para resolver la agenda de 15 puntos, entre los que se incluían la política de empleo y el plan de prejubilación.

 

Las organizaciones sindicales denunciaron ante la OIT que Telefónica del Perú ejecutó el XIII Programa de Reducción de Personal, violando las normas del debido proceso y el derecho a la defensa, consignado en la Constitución del Perú y en los convenios internacionales.

 

Lo legal y lo legítimo, fue el nombre del artículo publicado en el diario Liberación, donde el dirigente José Centurión Ruiz analizó la causa de la protesta del movimiento telefónico, aquí una síntesis de este:

 

Los trabajadores de Telefónica del Perú manifiestan que su lucha es legítima. ¡Y sí que lo es! Qué más legítimo que defender su puesto de trabajo y, por ende, a su familia de la pobreza que los espera si aceptan su cese y a la que la empresa los empuja. No creemos que exista mayor grandeza en el hombre que defender a su familia, en este caso, de la voracidad de una transnacional que busca mantener sus privilegios y márgenes de ganancia sin importarles lo que les pase a las familias peruanas.

 

Pero el plan de Telefónica del Perú va más allá. Su meta es sustituir a todos los trabajadores que fueron de las privatizadas ENTEL y CPTSA, para ser reemplazados por jóvenes inexpertos pagándoles sueldos de hambre y, lo que es más grave aún, la eliminación de los sindicatos por falta de afiliados y arrasar así con los derechos conquistados en 71 años de lucha.

 

Los trabajadores entienden que solo la huelga podrá poner las aguas a su nivel y golpear la soberbia de algún funcionario. Es por ello que su medida de fuerza es más legítima que nunca, porque es lícita, justa, cierta, genuina y verdadera en cualquier línea.

 

El miércoles 17 de julio de 2002 a las cero horas se inició la huelga general indefinida, una de las luchas más prolongadas de su historia. Desde el primer día de paralización, los trabajadores telefónicos demostraron su gran capacidad de lucha y organización lograda a través de muchos años de resistencia y sacrificio. La estrategia, a diferencia del año 2000 en que se acordonaban los locales, es que para esta huelga los trabajadores acordonaron las cuadras de los centros de cobro de mayor recaudación y bloquearon a las centrales.

 

El día 57 de huelga los dirigentes son notificados por el Tribunal Constitucional; era el 11 setiembre de 2002, fecha en que este honorable organismo dictó sentencia ordenando a Telefónica la reposición de todos los despedidos sindicalizados y prohibiendo la aplicación del despido arbitrario.

Sin duda, la contundencia del Fallo del Tribunal Constitucional selló con gran éxito la sacrificada lucha de un gremio que sin escatimar esfuerzos, logró conquistar sus derechos a costa de un prolongado sacrificio de 57 días de huelga; por lo que en las siguientes líneas detallamos el desarrollo legal que los trabajadores telefónicos iniciaron ante el Tribunal Constitucional.

 

Este triunfo de los telefónicos también fue un triunfo para la clase trabajadora de todo el país. Para los telefónicos la huelga de 57 días fue la lucha más importante, la más prolongada y de mayor éxito. Sin embargo, y como señalaría después Luis López Chau, las centrales sindicales no le dieron la debida importancia a la conquista alcanzada, no supieron sacarle provecho como, por ejemplo, en la eliminación del despido arbitrario. Como es posible que la Constitución te da derecho al trabajo y después proteja el despido arbitrario.

 

Y aquí nos quedamos. Falta narrar otras y nuevas luchas y conquistas que se quedan en el tintero y que deben ser escritas por las nuevas generaciones de telefónicos que quieran y luchen por sus derechos y por la defensa de sus propias familias, como lo hemos hecho los que ahora estamos en salida.

 

José Centurión Ruiz

 

Muchos pasajes de esta breve historia han sido sacados de la Historia del sindicalismo telefónico trabajado por Loida Caldas, Francisco Núñez y Samuel Soplín.

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